Eusebio, jugador de aquel Atlético de Madrid que jugó la final del '74 hablando de los momentos posteriores al empate a uno contra el Bayern Munich
La Copa de Europa se ha convertido en la Copa de los Millones. Excepto la final Monaco-Oporto del 2004, siempre han llegado los mas ricos en los últimos años. Excepto ahora, el Atlético, un paso por detrás de los colosos europeos, incluso del Borussia Dortmund, en cuanto a moneda se refiere. La ley Bosman y la superprofesionalización han arrastrado la competición a algo parecido a lo que intento impulsar Florentino Perez y supuso la fricción mas importante entre el Madrid de Florentino y la UEFA: una liga europea, el famoso G20, parecida a la que hace la FIBA, esta sin embargo, con la ansiada por algunos, autonomía de las ligas nacionales. Esto es atractivo. Se han conseguido multiplicar duelos de enjundia entre clasicos europeos sin que estos pierdan importancia, categoría y aura. Conseguimos ver partidos de manera asidua que antes necesitaban lustros y décadas para volver a repetirse. Un fantástico himno y una imagen calculada y con aires de exclusividad han convertido la Champions en una competición ejemplar en cuanto apariencia, épica y mística se refiere, en donde a veces se ven los duelos mas atractivos, entre semana, que se pueden ver ahora mismo en el fútbol mundial.
Si la final de este año sostiene este aura y si la competición es completamente perfecta son cuestiones que vuelan en el aire para que cada uno las coja según le parezca. Para mi, si damos un salto de la península ibérica al centro de Europa es una final mas, como lo fue la del año pasado entre alemanes, y la competición es demasiado imperfecta. Pero, eso si, sigue siendo fútbol, un juego caprichoso. Si, ese que de vez en cuando no quiere saber nada de despachos y se encapricha con un trozo de madera pintado de blanco, con un trozo de cuerda o convierte al balón en un Cesar epiléptico.
Y ahí estamos, viéndolo desde nuestra atalaya ibérica, abrigados al calor de nuestra ciudad hacia el cielo de Lisboa donde esta final es magnifica, acojonados los unos y los otros. La final va a ser dramática en todos los escenarios posibles y terminará provocando lágrimas pase lo que pase.
Luis lanza de falta para marcar el 1-0 en la final de la copa de europa de '74 |
Pero no nos podemos olvidar del aspecto psicológico. Lo que abraza la mística de la Copa de Europa. Los astros se alinean en ese sentido para el Atlético de Madrid, pero también los quiere para sí el Madrid, autoproclamado, no sin razón, rey de Europa, y que entiende la competición, a veces de forma errónea, como una obligación mas que como una pasión y que lleva 12 años sin llegar a una final.
El Atleti perdió una, la única y de manera dramática en el 74 (contra el todopoderoso Bayern del innovador Beckenbauer, que ganaría las dos siguientes contra el Leeds y el Saint Etienne, siendo el único junto al Liverpool que lo ha conseguido, y quedándose la Copa en propiedad) quizá iniciándose así la leyenda del "pupas". Cuando faltaban 6 minutos para el final de la prorroga marcó el jugador conocido como Luis (si, Aragones) un gol de falta que colocaba al Atleti al borde la gloria. Cuando quedaban apenas 30 segundos para el final llegó el gol de Schwarzenbeck. Como no había penaltis (inmortalizados después por Panenka en la Eurocopa del '76 frente a Alemania) se jugó un singular partido de desempate en el que el entrenador del Atleti rompió el prolegómeno de poner en el cassette el "Viva España" y pasar antes del partido por una funeraria con el autobús (cosas de la España cañí) ante el hundimiento generalizado de la plantilla. Perdieron 4-0 ante un equipo mucho mas preparado, física y mentalmente para un canto en el camino. Ahora es como si el joven Luis y el viejo sabio se uniesen en el tiempo (y en el cielo) para devolver esa copa de Europa "robada" en un último suspiro. Quien sabe si fue después de esa tremenda decepción en la prorroga cuando se gestó en Zapatones esa firme convicción: "Ganar, ganar y ganar, y volver a ganar"
Zizou engancha el balón para marcar el gol que dio la última copa de europa al madrid |
La histora del Madrid es mas rica y mas complicada, aunque también destila dramatismo si la miramos desde la óptica de su autoexigencia. Para el entorno que vive como suyo las vicisitudes del Real Madrid ha sido muy duro el lustro de victorias Barcelonistas, por su forma y su fondo. Es decir, no solo ha dolido la manera en que se han forjado esos triunfos si no también el trasfondo político en donde se han gestado donde nunca las instituciones han estado mas cerca del Barcelona que ahora. El Madrid, finalmente ha hecho lo que quería, aislarse, pero quizá en la dirección errónea. En este tapiz, la derrota, en su cacareado terreno, frente a otro rival directo, sería algo así como tener que asumir (aunque para el imaginario blanco la palabra asumir hace años que se borró del diccionario y por las noches recuperan el Necronomicon de las palabras prohibidas, cuando aparecen los fantasmas) que han ganado, mas o menos, las mismas Copas de Europa en el nuevo siglo que sus rivales nacionales. Quizá la grandeza del Madrid esta en no aceptar la realidad pero dejemos eso para la ambición de sus futbolistas. El Madrid institucionalmente, haría bien en aceptar las reglas del juego y asumir las derrotas igual que hace con las victorias.
Y que gane, verdaderamente y aunque lo desconozcamos, el mejor.