"El Atlético de Madrid necesita recuperar un determinado estilo, ser fiel a una manera de jugar, reconocible en un rasgo, en una pincelada. Dejar de fingir que podría ser George Clooney si es Pepe Isbert."
David Trueba en el articulo de hace un par de años "Esa otra cosa"
Cuando lo oí en la televisión el día dos de Septiembre de 2013 pensé que el complemento de "rayo" con el que completaban su nombre hacia referencia a uno de los significados de esta palabra en la Rae: "Cosa que tiene gran fuerza o eficacia en su acción". Mientras seguía escuchando con interés la noticia de la detención de una banda de ladrones expertos que se había dedicado con éxito a saquear sucursales de bancos madrileños por el método del butrón a través de las alcantarillas y me emocionaba con la intrahistoria de amor paternofilial que se desprendía de la aséptica narración, me di cuenta de lo equivocado que estaba. La banda, herencia del antiguo ladrón ya fallecido, Jesus Iglesias, entraba en los bancos ataviada con camisetas del Rayo Vallecano, equipo de la primera división española.
Lo más reseñable, a parte del atractivo de una historia real de atracadores de bancos, era el método que había perfeccionado el padre, Jesús, y como lo había traspasado a su hijo de manera perfecta hasta el día de su muerte. Durante años se movieron padre e hijo entre fetidez y ratas , hasta memorizar todos los escondrijos del subsuelo madrileño. "Si hay ratas es que hay vida y se puede pasar", le decía el padre al hijo, unidos no solo por el romanticismo de un oficio de alguna modo artesanal que pasa de forma natural entre generaciones, si no también por el amor a un equipo de fútbol.
Después de reírme imaginándome la cara que hubiesen puesto Sandro Rosell o Florentino Perez si se diese a conocer una banda de ladrones de bancos que se ocultase con camisetas de sus respectivos equipos, pensé en lo apropiado que sería que Enrique Urbizu ("No habrá paz para los malvados") escribiese un guión de thriller clásico de atracadores de bancos, con historia de amor entre padre e hijo y con cierto aroma futbolero. Algo así como un Michael Mann ("Heat", "Enemigos públicos") a la española, con policía antagónico pero con comprensión, y con el Rayo Vallecano de por medio.
Sin embargo, una segunda lectura, me hizo comprender el significado que te otorga una camiseta de fútbol cuando te la pones, física o figuradamente, en cualquier campo de juego: sería imposible la existencia de una "banda del Real Madrid" o una "banda del Barça" si sustituimos la intriga de los susurros en los palcos por los gritos de la acción en los bancos del extrarradio. No funcionaría la película con atracadores suburbiales vistiéndose la camiseta del Madrid, si no fuese comedia.
La identidad de los equipos es algo a veces tópico, pero forma parte de los elementos que hacen que el fútbol cree en nuestro imaginario recuerdos y códigos que hacen que se instale en nuestras vidas y se convierta en espejo de ciertos comportamientos vitales.
El caso del Príncipe Felipe me llamó la atención en su momento: estoy seguro que su alteza se volverá loco viendo los goles de Diego Costa en la intimidad o eso nos hacen creer, pero también hay que decir que para su imagen publica le viene de perlas ser representado por el "atleti". El príncipe se pone la camiseta del club del Manzanares y los últimamente atareados asesores de la Zarzuela se quitan un problema de encima. El carácter alegre, genuino pero humilde, labrado con sentido del humor en el infierno y lejos de las grandes pasarelas y sobre todo el hecho de vivir cómodamente instalado fuera de las ya endémicas y tradicionales discusiones bilaterales convierten al Atlético de Madrid en el equipo perfecto para querer satisfacer a todos los españoles, cansados de tanto madrid-barça, sin perder cierta carga simbólica.
Estaba claro, pensé entonces, que la madrileña "Banda del Rayo", finalmente solo podía ser "la banda del Rayo Vallecano", cuyo estadio, del que me niego a decir el nombre, con olor a pipas y hachís, se alimenta de las voces de la izquierda obrera menos adaptada y recibe con diversión la algarabía de la irreverencia.
Nota: escrito con toda la simpatía y admiración al Rayo Vallecano y "La banda del Rayo"
martes, 8 de octubre de 2013
martes, 1 de octubre de 2013
'BREAKING BAD' LIVE FREE OR DIE
"A la vista de la buena fortuna de Breaking Bad, me pregunto si, de cambiar algún día las inercias que nos encadenan al pie del poder (al pie del Castillo), podría tener también suerte la serie que a veces imagino y en la que, repitiendo la fórmula del proceso de cambio del químico White, presenciaríamos la historia de un gris hombre sumiso de nuestro tiempo —pongamos que un señor macizo con frente esculpida según los cánones que diseña el Estado, creyente con bandera de patriota en su alma o balcón, con críos que llevar de la mano y ataduras a un trabajo imbécil pero útil— que de pronto daría un salto y emprendería una ruta, tan frágil como radicalmente diferente, un camino que le llevaría a huir de cualquier ciclo más de participación en la gran farsa general.
Sería, para entendernos, un tipo que viviría un cambio glorioso al transformarse en un solitario que tomaría la decisión consciente de ser poeta y volver todas las noches a casa caminando con paso veloz y vidrioso, con su cuerpo levemente doblado, ondeando como si ráfagas de viento le arrastrasen a uno y otro lado de la acera, las manos cruzadas en la espalda y una larga zancada."
Enrique Vila-Matas en el articulo 'Poesia para 'Breaking Bad'
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(Contiene spoilers)
Y por fin llegó el inevitable final de Walter White. El valiente, el malvado, el fascinante, el manipulador...el poeta.
Walter ha cumplido su ciclo vital experimentando momentos horribles de gran maldad. Pero también pasando por tiernos errores de gran humanidad. Para perdonarlos, entenderlos, hace falta demostrar, en ningún caso divinidad, si no todavía mas humanidad y tener las agallas de Skyler White, a la que imagino recibiendo el dinero enviado a su hijo de manos de la pareja que una vez fue fuente de rencor e infelicidad y ahora es simplemente una imagen superada con un inolvidable "beautiful people", con un un rostro endurecido por la vida y media sonrisa de orgullo por entender que su marido no fue un "don nadie", que su marido vivió.
¡Que tontos te parecen ahora Schwartz y Gretchen, Walt! Con sus conversaciones banales disfrazadas de sabiduría y sus elitismos baratos, cuando compruebas por el teatro catódico que mienten como todo el mundo, ahora que lo has superado y has entendido que el individualismo es el único camino para la felicidad, que el camino lo elegiste porque eras feliz andándolo. Cuando lo comprendes, el amor a tus seres queridos que te sirvió de excusa, no desaparece, si no que definitivamente encuentra su su sitio esquinado, se vuelve más lógico, mas racional. Nadie quiere salvar el mundo, salvo los hipócritas.
Sería, para entendernos, un tipo que viviría un cambio glorioso al transformarse en un solitario que tomaría la decisión consciente de ser poeta y volver todas las noches a casa caminando con paso veloz y vidrioso, con su cuerpo levemente doblado, ondeando como si ráfagas de viento le arrastrasen a uno y otro lado de la acera, las manos cruzadas en la espalda y una larga zancada."
Enrique Vila-Matas en el articulo 'Poesia para 'Breaking Bad'
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Live free or die es el lema del estado de New Hampshire |
(Contiene spoilers)
Y por fin llegó el inevitable final de Walter White. El valiente, el malvado, el fascinante, el manipulador...el poeta.
Sorprende la facilidad de los serie-adictos para juzgar rápidamente, sin atisbo de ojos reflexivos, los actos que componen la materia de nuestra fascinación por la huida, por tener otra vida en la que al fin, por medio de algo parecido a la libertad, alcancemos la felicidad. No entiendo como desde las grises habitaciones en las que nos asomamos desde el ventanuco a la vibrante odisea de Walter consideremos condenable con absoluta certeza el giro hacia el frenesí que este experimenta, lo que de manera inconsciente, en forma de protectora ficción, necesitamos para seguir viviendo.
Nada es casualidad en BB |
¡Que tontos te parecen ahora Schwartz y Gretchen, Walt! Con sus conversaciones banales disfrazadas de sabiduría y sus elitismos baratos, cuando compruebas por el teatro catódico que mienten como todo el mundo, ahora que lo has superado y has entendido que el individualismo es el único camino para la felicidad, que el camino lo elegiste porque eras feliz andándolo. Cuando lo comprendes, el amor a tus seres queridos que te sirvió de excusa, no desaparece, si no que definitivamente encuentra su su sitio esquinado, se vuelve más lógico, mas racional. Nadie quiere salvar el mundo, salvo los hipócritas.
Cuando encontraste la caja de madera que Jessie apartó por cobardía iniciaste un proceso que te llevó a comprender porque Hank convierte el trabajo de la DEA en un duelo personal, en una lucha individual. La lucha del yo en busca de la felicidad, de la satisfacción personal. El placer por encontrar algo que haces realmente bien, mejor que ninguno.
Esta metamorfosis es mucho mas que el paso hacia la maldad, hay un proceso calculado, un impulso sincero y un rechazo implícito a los convencionalismos de la vida moderna. Hay, como dice Vila-Matas una negación de tu existencia al pie del castillo, una huida desde la gran farsa general, para saborear, aunque sea de manera efímera, la vida autentica desde la alta torre del tuyo propio.
Fantástico final para una fantástica serie. Habría sido fácil convertir a Hank en el héroe pero lo prohibido atrae mas que lo correcto y aquí el protagonista para lo bueno y para lo malo siempre ha sido Walt. Además necesitábamos que nos cerrasen ese proceso psicológico iniciado por un cáncer, seguido de una mosca caprichosa ("Fly" capitulo 10 de la tercera temporada, dirigido por Rian Johnson, director de Looper, de obligada revisión) y culminado por una dosis de verdad en forma de familia destrozada ("Ozymandias" capitulo 14 de la quinta temporada, también dirigido por Rian Johnson).
Con un estilo personal y agil, utilizando objetivos distorsionadores y microcamaras, al servicio de un entretenimiento feroz, Breaking Bad, ideada por Vince Gilligan, hace emerger lentamente un entramado psicológico de una profundidad equiparable a la saga de "El padrino" (a parte de la similitud de los retratos fotográficos de Michael Corleone con los planos dedicados en ocasiones a Walter, ¿quién no compara la tragedia familiar de uno y de otro?), que nos transporta por los caminos mas espinosos de la existencia humana y nos hace sorprendernos empatizando con un ser aparentemente sumido en una espiral de crueldad y maldad.
Para terminar no me resisto a hablar de Jessie Pinkman, el mas ingenuo, el hombre con alma de niño. El único dentro del mundo del comercio de metanfetamina por el que es capaz de sacrificarlo todo Walter y al que al final devuelve la vida. Las estupideces de Jessie son consideradas por Walt como tonterías del alma cándida de un niño inmaduro. Eso unido al hecho de que Walter es consciente de todo el daño que le ha infligido por su compañía, hace que me incline a pensar que la decisión de salvarle no es fruto del momento si no meditada por los recuerdos de la felicidad experimentada entre ollas y productos químicos. De alguna manera es el hijo que desea todo padre cuando busca en él mas que eso, un amigo. Es y ha sido su autentica familia.
Esta metamorfosis es mucho mas que el paso hacia la maldad, hay un proceso calculado, un impulso sincero y un rechazo implícito a los convencionalismos de la vida moderna. Hay, como dice Vila-Matas una negación de tu existencia al pie del castillo, una huida desde la gran farsa general, para saborear, aunque sea de manera efímera, la vida autentica desde la alta torre del tuyo propio.
W.w. el auténtico, mirándose por última vez al espejo |
Fantástico final para una fantástica serie. Habría sido fácil convertir a Hank en el héroe pero lo prohibido atrae mas que lo correcto y aquí el protagonista para lo bueno y para lo malo siempre ha sido Walt. Además necesitábamos que nos cerrasen ese proceso psicológico iniciado por un cáncer, seguido de una mosca caprichosa ("Fly" capitulo 10 de la tercera temporada, dirigido por Rian Johnson, director de Looper, de obligada revisión) y culminado por una dosis de verdad en forma de familia destrozada ("Ozymandias" capitulo 14 de la quinta temporada, también dirigido por Rian Johnson).
Con un estilo personal y agil, utilizando objetivos distorsionadores y microcamaras, al servicio de un entretenimiento feroz, Breaking Bad, ideada por Vince Gilligan, hace emerger lentamente un entramado psicológico de una profundidad equiparable a la saga de "El padrino" (a parte de la similitud de los retratos fotográficos de Michael Corleone con los planos dedicados en ocasiones a Walter, ¿quién no compara la tragedia familiar de uno y de otro?), que nos transporta por los caminos mas espinosos de la existencia humana y nos hace sorprendernos empatizando con un ser aparentemente sumido en una espiral de crueldad y maldad.
Jessie Pinkman madura finalmente |
Para terminar no me resisto a hablar de Jessie Pinkman, el mas ingenuo, el hombre con alma de niño. El único dentro del mundo del comercio de metanfetamina por el que es capaz de sacrificarlo todo Walter y al que al final devuelve la vida. Las estupideces de Jessie son consideradas por Walt como tonterías del alma cándida de un niño inmaduro. Eso unido al hecho de que Walter es consciente de todo el daño que le ha infligido por su compañía, hace que me incline a pensar que la decisión de salvarle no es fruto del momento si no meditada por los recuerdos de la felicidad experimentada entre ollas y productos químicos. De alguna manera es el hijo que desea todo padre cuando busca en él mas que eso, un amigo. Es y ha sido su autentica familia.
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