El arbitraje (siempre el arbitraje) se hacía, en contra, farragoso. Las faltas ¡Fuera del area!, los penaltis, los fuera de banda ¡Ha salido! Los largueros eran un problema. Desataba nuestras pasiones. Existía el juego duro, incluso las peleas. Pero al fin y al cabo siempre conseguíamos autoarbitrarnos de alguna manera.
En lo que nunca disentíamos, a pesar de los jetas, era si sobre la pelota había pasado por delante o por detrás del palo de la canasta. Incluso los listillos claudicaban finalmente con una media sonrisa picarona.
Sin embargo, en octubre de este año, en Alemania, en un estadio cerrado y ante miles de personas, sucedió un hecho insólito e inquietante que negó, sorprendentemente, estas pequeñas verdades pueriles.
Las lecturas sobre este hecho son tenebrosas. No solo hablan de la incompetencia arbitral, ya no solo personalizada en los trencillas, sino en los despachos de árbitros "puretas" que crean el caldo de cultivo para que estas cosas ocurran y nadie, entre miles de personas (¡Ojo! Que lo han visto in situ) tenga la suficiente cabeza y poder para subsanarlo.
También inquietan sobre hasta que punto se puede llevar la picaresca: los jugadores del Bayer celebraron gol cuando el arbitro pitó, ni cortos ni perezosos, cuando todos habían visto lo que había ocurrido. Prefirieron ganar a toda costa.
Y existe otro hecho terrible que no logro entender. Puede que a una persona entre mil le engañe la vista, puede que cien entre mil tengan dudas, pero esta claro que al cabo de uno o dos minutos de que ocurra un hecho así, con una batería de cámaras que escupen la repetición al momento a través de televisores, móviles o tabletas y miles de personas viéndolo in situ, el hecho no ofrece dudas. El balón no entra. No es gol. Es decir que el arbitro, en un espacio de uno o dos minutos tenía el conocimiento suficiente para anular el gol y hacer justicia. ¿Que terribles fuerzas hacen que no se retracte? ¿Orgullo arbitral? ¿Pereza arbitral? ¿Temor arbitral? ¿Incompetencia arbitral? En cualquier caso esto es un misterio arbitral.